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domingo, 9 de septiembre de 2007

Silvio (sin terminar no me acaba de convencer)

Así que por fin pude ver al Silvio y escucharlo en vivo o en directo como se diga. En ese zócalo tan feo, sin nada verde, todo de concreto, adecuado para atascarlo de obreros y campesinos en los años de un gobierno priista, un gobierno que… Así que escuché al Silvio en concierto y digamos que lo vi, si ver a una persona a 100 metros es verla. Porque, no tengo sesenta y cuatro pero es cierto que cuando más viejo, más se reconoce la historia de una persona en sus ojos. Pero tuve que conformarme con ver al Necio de lejos; aun cuando hicimos el intento de entrar con una charola de periodista para ver al cubano de cerca. Reflexiono sobre mi jodida realidad, el Silvio habla de justicia y yo traté de corromper el orden. Una vez negada la entrada, vino mi justificación, mi mecanismo de defensa, mi consuelo de pendejos diría Héctor. “De cualquier modo al Silvio no necesitamos verlo, lo que importa es lo que dice”, dije. Dejémoslo en que uno dice idioteces cuando está contento. Bueno, uno dice idioteces en cualquier estado, pero cuando se está abatido, triste o desolado se perdonan un poco, ¿no?

No describiré la música, que de eso hay expertos y no lo soy. Sólo que los arreglos de flautas y percusiones no demeritaron las canciones… las hicieron diferentes. Si es difícil describir la música, quizás sea más difícil describir las sensaciones esta vez más provocativas porque los asistentes escuchamos lo que queríamos escuchar (la pereza ante lo desconocido trae sentimientos de frustración). Le doy forma a la idea… a diferencia de otros conciertos del nieto cuyo abuelo habló con Martí en los que suele presentar el disco nuevo y toca una que otra canción conocida… esta vez eran todas canciones conocidas con los arreglos que comenté arriba.

Así que escuché al Silvio y no me queda más que agradecer al destino de haberme topado con Héctor y su casette de Silvio y la versión original de Mariposas que no he podido encontrar. Y también agradecer si se puede agradecer a aquella mujer con la que me ilusioné de más en la universidad… tanto que igual la recordaba con “Esta canción” o con “Monólogo”.

Así que escuche a uno de los precursores de la Nueva Trova Cubana, mote que se le da a la música del trovador de Edgardo porque no se le encuentra una definición precisa y que no alcanza a explicar ni a definir su música. Yo tampoco la definiré, no soy alguien para definir, pero si me gustaría hacer una analogía de una anécdota científica (no puedo negar la cruz de mi parroquia). Un físico un día me dijo “Las leyes de Maxwell describen el electromagnetismo, pero no sabemos en realidad qué es el electromagnetismo, conocemos sus efectos, pero no sabemos qué es en realidad el electromagnetismo”.

Así que escuché al Silvio que no cree en la Revolución Cubana, sino que la vive. Y me acuerdo de una amiga entrañable y que ahora está muy lejos (no es distancia) que es muy segura de ser socialista pero no comunista, siendo que vive en Londres y trabaja para Bain y que vive sus ideas y que me permite debatirlas. Me acuerdo de ellos porque pienso en mi sociedad en la que es difícil decir esto y trabajar al mismo tiempo en una empresa de capital privado (aunque sea una empresa pequeña)… las burlas, las vejaciones, el rechazo estarían al orden del día… y se resumirían en palabras simples como naco o populista (como si el Che y Chávez fueran lo mismo)… y pienso en la izquierda de mi país que aglutina a los intelectuales, escritores, artistas y también a la lumpen y a la economía informal y sus mafias.

Pienso en la amiga a la que no pude decirle, porque cambiamos de tema muy rápido, que también soy socialista o más bien, que pretendo serlo. Pero que en la praxis hay que vivir un régimen autoritario para llegar a serlo, porque en cualquier momento se te va todo al carajo, recordemos la URSSS o la Revolución Mexicana. Cito al cretino de Valesa, que no por cretino menos inteligente: “Para ir del comunismo al capitalismo es como tener una pecera y para hacer una sopa de pescado basta con calentarla. Lo difícil es lo contrario, de la sopa de pescado hacer una pecera”.

Yo ya no estoy para esos trotes más bien nunca lo estuve. Y escuchar al Silvio ahora me pone melancólico. Ahora soy lo que odié hace veinte años, dijo (no recuerdo). Ahora contemplo mi triste realidad porque qué soy sino un pinche ser humano.

P. D. Tengo que escribir las canciones para que no se me olviden: el papalote, te doy una canción, oleo de mujer con sombrero, juego de serpientes, pequeña serenata diurna.