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domingo, 18 de marzo de 2007

Ítaca

Cuando emprendas el viaje de regreso a Itaca,
ruega que el viaje sea largo,
lleno de aventuras, lleno de enseñanzas.
No temas a los Lestrigones, ni a los Cíclopes,
ni al irritado Poseidón.
Jamás te los encontrarás en tu camino,
si tus pensamientos se mantienen nobles
y el ideal anima a tu cuerpo y a tu espíritu.
Jamás te encontrarás a los Lestrigones,
a los Cíclopes, o al fiero Poseidón,
si tú no los llevas dentro de tu alma,
si tu propia alma no los conjura frente a ti.
Ruega que el camino sea largo.
Que sean muchas las mañanas soleadas
cuando entres en puertos nuevos,
con el alma vibrante de alegría.
Visita los mercados fenicios,
y compra delicados productos,
madre de perlas y corales, ámbar y ébano,
y perfumes voluptuosos de todas clases,
todos los perfumes voluptuosos que puedas comprar.
Visita las ciudades egipcias,
y aprende de las piedras y de los que son sabios.
Ten siempre presente a Itaca en tu mente.
Llegar a ella es tu meta final.
Pero no apresures el viaje.
Es mejor prolongarlo por años,
para que cuando ancles tu nave en la isla
ya seas viejo y estés rico
con lo que has ganado en el viaje,
y sepas que Itaca no puede ofrecerte riquezas.
Itaca te ha regalado el magnífico viaje.
Sin ella no hubieras emprendido la jornada.
Pero ella no tiene más nada que ofrecerte.
Y si la encuentras pobre,
Itaca no te habrá defraudado.
Seguramente que para entonces,
la sabiduría y la experiencia que has acumulado,
te habrán permitido comprender
lo que Itaca realmente significa.

Constantine P. Cavafy

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hace unos días me encontré frente a una hoja en blanco en la que tenía que plasmar mi conocimiento sobre un tema, lo cuál hacía mucho no me sucedía. Mi conocimiento al respecto era nulo, y bueno creo que sigue siendo, pero después de tantos años vividos esperaba que aunque fuera la experiencia me salvara; pero esta no llegaba. Veía la hoja y mentalmente la dividía en cuadritos, trataba de diseñar el tamaño de la letra para los pocos renglones que deseaba cupieran. Entendía que esa no era la solución a mi problema y entonces giré la hoja para mi sorpresa era Ítaca que no entendía si aparecía como un mensaje subliminal (de que nunca llegaría a llenar la hoja del lado contrario) o una motivación para que lo intentara.
Creo que nunca había leído Ítaca aunque mi memoria tenía restos de ella.
Tampoco sé si había notado que la publicaste pero hoy la volví a encontrar.